Vienes…
como esas derrotas que duelen
pero tan necesarias para crecer,
te ofrezco un perdón en murmullos
por no acertar los acertijos
que el laberinto de tus manos me teje sobre la piel.
De cara al cielo sonrío al estropicio de tanto intento fallido
por acercarme al precipicio de tu boca
y morder la manzana roja de tus jugosos labios,
tentación y pecado,
\"condena al infierno\" diría mi santa abuela,
que no entiende de faldas levantadas,
de esquinas robadas y encuentros furtivos contra la pared.
Te consumes despacio a modo de cigarro,
olvidando que existo casi al borde de tu cama,
eres mi sueño inconcluso,
la pesadilla de la que no logro despertarme,
eres mi todo y mi nada y sé que nunca existirás en un \"tal vez\".