Me muero sin tus besos, sin tus labios,
¡el dulce de tu boca que embelesa!
Me muero sin el negro de tu pelo
que, “el viento mueve, esparce y desordena”.
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Tus labios acarician mis suspiros,
“ya besando unas manos cristalinas”.
La lluvia se enriquece del amor
que encadena tu vida con la mía
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“Yo me siento arrastrado por tus ojos”,
mientras llueve el perfume de tu piel;
la vida de la vida solo es vida
cuando brillan sus ojos por sus pies.
Despierto cuando escucho tu mirada
en el dulce perenne que me absorbe;
es tu lumbre un poema de Darío
“y tu alma una fuente de canciones”.
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Tu diáfana hermosura me sonríe,
cual lucero brillando por mis manos
“sin peligro, sin venda, ni aventura”
que obstruya nuestro paso hacia el verano.
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Eres el viento plácido del sur,
“la tierra, el aire, el agua, el fuego, ¡todo!”
¡Oh, infinitas ansias de belleza!,
abres la claridad de mis antojos.
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“Los olores persigo en tu viento”
y la luna en tu pecho se enternece.
Me cautiva el encanto del estío
mientras beso las ganas de quererte.
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La cama del amor es tibio valle
que moja tu silueta y que despierta
en las noches desnudas por tus labios
“donde sin sueño, sueño tu presencia.
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Lewis Gallardo