Desde que puedo respirar dentro del agua,
quedar indemne cuando me muerde el vampiro,
o imaginar que el ascensor que nunca para
no puede ser, y es por lo tanto, inofensivo
me acusa el mundo ( si es que existe ) de blasfemia
y deicídio a los Mercurios de la vida;
y aunque en propia defensa, igual éste se empeña
en distinguir juez, parte, muerto y homicida.
De aquella noche en que mentí la simetría
de la tensión de ser El Cristo y los soldados,
de no perder, de ser la túnica y los dados,
me acechan voces de la sangre todavía.
Desde que tengo un doctorado en Redundancias
y, sin llegar, fragüé la Tierra Prometida,
le impuse a Heráclito y su río mi arrogancia
y di La Causa de mis causas por perdida.
Desde que yo y mis pesadillas son lo mismo,
y soy araña y violador y parricida,
y el intestino y el amor son mecanismos,
mi Ragnarok es una espuria guerra fría.
Desde que soy tan diferente a lo que escribo
y del pavor y la esperanza me hice dueño,
entre el descaro y la indolencia, ya no sueño,
y oigo un gemir que me susurra: \"Ya no vivo\".