SIBONEY

AMANECÍA

 

A M A N E C Í A

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Amanecía y la pereza del valle,

se deshacía en infinitas bolitas de cristal;

todo era una esponja blanquecina de diamantes

en el aire.

Nada rompía la hermosura ardiente de ese instante,

nada podía atreverse a penetrar en el silencio

sosegado de su placer.

Ahora, somnolienta aún por la melancolía

de la noche,

intentaba ordenar las ideas de su mente,

darle un sentido iluminado

al pensamiento de su corazón.

Entonces, comenzó a caminar a la vera

de la mañana.

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