Busco el amor dije a los caminantes,
que pasaban de largo sin siquiera mirarme.
¿Dónde lo encuentro?, ¿alguien puede ayudarme?.
Pálida la luna, asomó tímida en la noche tibia,
mis pies cansados comenzaban a pesarme,
¿dónde está el amor? un hilo de voz quedaba
solo recuerdo del ahínco con el que empecé mi viaje.
Ahora agonizante, ya sin energía de seguir buscando
recosté el entumecido cuerpo, bajo el cobijo de un gran árbol.
El sopor ganó y los sueños empezaron a inundarme:
la bella sonrisa de un infante, los pies descalzos
la boquita seca, los ojos lastimosamente hambrientos
si de pan o de protección no podría excusarme,
porque le dejé llorando y seguí buscando.
Luego la mano extendida de una viejecita ciega
que pedía a gritos que alguien le pusiera una moneda,
no paré porque me distraía de lo que yo buscaba:
ansiosa de encontrar el amor, que tanto gozo prometía.
Después apareció un hombre de brazos fuertes y
mirada franca, que su casa y sustento me ofrecía
si me detenía del ejercicio de la loca búsqueda,
nada me detuvo porque el amor estaba ya a la puerta.
Mi tiempo se ha acabado y en este sueño de agonía
comprendí entonces lo contradictorio de mi proceder
pues en cada gesto, en cada camino, a la vuelta
estuvo el amor, lo encontré y me seguí de largo
sin reconocerlo: ¡ lo dejé plantado !
MAVEL