Gala haciendo de honor y de hidalguía
ascendió su alma libre hasta el parnaso
un día triste y gris en que el ocaso
con un requiebro cruel le bendecía.
Un padrenuestro y dos avemarías
y un responso formaron su breviario
en la recta final de su calvario
entre un flujo de insignes letanías.
No sirvieron de nada sus esfuerzos
ni cantos de sirena, ni plegarias.
Sus versos, ahora huérfanos, son parias.
Las ranas que escribió ya son escuerzos
que incapaces de alzar al aire el ala
quedaron bajo el yugo de la pala.
Sufriendo otra jugada más del cielo
ahí ya se pudrirán junto a su anhelo
para, tristes, velar su desconsuelo.
©donaciano bueno