kavanarudén

Per non dimentiCarla

 

 

Suena el bandoneón.

El murmullo del público cesa automáticamente.

En posición en el palco me encuentro junto con Francesca.

Mi respiración se torna agitada, mi corazón la acompaña casi al mismo compás.

Siento el calor que proviene del cuerpo de mi compañera de actuación. “Tranquila - le susurro -, todo saldrá muy bien, confía en ti”. Entrecerramos nuestros ojos.

Invoco a mis queridos ángeles, fieles compañeros de viaje.

Un suspiro profundo y me digo: “sé tú mismo y va”

 

Se abre el telón y comenzamos nuestro baile. El que inicia y concluye la actuación.

 

(Baldosa, cadena invertida, caminada sincopada, ganchos con respuesta…)

Siento el ritmo que me hace hervir la sangre. La adrenalina al máximo. La voz de la cantante del tango resuena en todo el teatro:

“vuelvo al sur, como se vuelve siempre al amor. Vuelvo a vos con mi deseo, con mi temor. Llevo el sur como un destino del corazón, soy del sur, como los aires del bandoleón….”

(Giro con barrida y boleo, media cadena con boleo, ochos adornados, ochos cortados…)

“… Sueño el Sur, inmensa luna cielo al revés, busco el Sur, el tiempo abierto y su después. Quiero al Sur, su buena gente, su dignidad, siento el Sur, como tu cuerpo en la intimidad, te quiero sur, te quiero sur, te quiero sur…”

(Sacada y puente en un giro, toque y enrosque)

Con miradas intensas nos dejamos. Lento desliza su mano sobre la mía y ocupa su posición en el escenario.

“Avete mai ballato il tango, avete mai provato….” (han bailando alguna vez el tango, alguna vez han probado) Comienzo fuerte y seguro de mí. Mi mirada se pierde por encima del público. Trato de no perder la concentración y atrapar la atención. Siento la energía que de emana del público amado y me dejo llevar.

Memoria, movimiento, sensación, sentimiento...

La magia se crea en el punto de contacto entre el público y tu persona.

Una hora que pasa como un suspiro. Dos monólogos que se entrecruzan.

 

Cuenta la historia de Carla y Miguel, en el tiempo del dictador Jorge Rafael Videla, en Argentina. Una pareja en contra del régimen. Él muere entre rejas y desaparece. No se sabe jamás de su paradero.

Ella violentada, torturada en la cárcel. Después tirada viva de un avión viva...desaparecida. Practica común en tiempo de la dictadura. Da a luz en la cárcel un hijo de su compañero Miguel. Niño le viene arrebatado después de su alumbramiento. Educado de quien ha torturado a su madre. Un coronel de la dictadura que son su mujer no podían tener hijos. Miguel, que se llama también el niño viene maltratado por su supuesto padre que le hace estudiar lo que no le gusta y cumplir siempre la voluntad de su “padre” rígido y machista. Su supuesta madre nunca lo defiende ante los maltratos. Después de la dictadura toda la familia escapa de Argentina en Italia. Miguel se revela contra tu “padre” y regresa en Argentina en donde descubre toda la verdad, cuando se encuentra con su abuela que lo ha estado buscando todos estos años.

 

La obra mantiene en vilo al público que al final, solo al final, descubre que los dos actores son madre e hijo. Carla y su hijo Miguel. Carla actúa desde la cárcel (mitad del escenario) y su hijo en el presente.

 

La magia del teatro que te permite reír, soñar, cantar, morir…estar en sintonía con la gente presente y llevarla de la mano por un jardín variopinto de emociones y sensaciones.

 

Justo al ápice de la obra, cuando se comienza a descubrir toda la verdad, se escuchan truenos. Signo evidente del temporal que se desarrolla fuera. Me invade el temor de quedarnos sin energía eléctrica, mas abandono esta preocupación, este sentimiento, por el peligro de perder la concentración. Entre penumbras, la música tenue y los truenos se crea un ambiente aún más intenso, perfecto.

Melpómene y Mnemósine nos dan su mano, creando un ambiente fantástico. Algunos al final de la obra llegaron a pensar que eran efectos especiales.

 

Con un mirar intenso, verso el final del espectáculo, con voz segura y fuerte digo:

“Un sobreviviente dio una carta a mi abuela. La escribió mi madre dirigida a mí. Cada vez que leo esa carta pienso a ella. La imagino sentada por tierra, sola, sufriente y quisiera tomarla de las manos, alzarla y hacerla girar entre mis piernas para no perderla jamás. Cada vez que aprieto la cintura de una muchacha y apoyo mi viso con el suyo y escucho la música que me hace hervir la sangre, sueño. Sí, sueño con bailar un tango con Carla……” Viene mi a mi encuentro Carla, posición y comenzamos de nuevo a bailar el tango”

(Giro simple, media luna, ocho atrás, tijera, vaivén, traspiés cruzado con giros…)

Lento se cierra el telón mientras se difumina el. Rompe el aplauso….bravi….bravi….. No puedo contener las lagrimas de la emoción. De tantos sentimientos vividos y compartidos. Francesca (Carla) me abraza, nos abrazamos. Cuando se abre de nuevo el telón nos encuentran abrazados en medio del escenario….. nos damos la mano, vamos hacia delante, nos inclinamos y disfrutamos hasta el último aplauso de un público emocionado.

 

Solo me resta agradecer a la vida por esta oportunidad donada y a ustedes por el tiempo dedicado a leer esta mi experiencia, que no tiene ningún otro objetivo que compartir con mi gente querida, bella, una experiencia vivida.

Bendiciones

 

 

 

(DERECHO DE AUTOR. SAFE CREATIVE safecreative.org)