Mili, hojea el cuaderno y regresa dos páginas, vuelve a leer los versos que dicen “eres el lienzo de mis amores..” Y se vuelve a cuestionar, -¿Quién será el poeta?- Acaso, aquel compañero que absorto pasaba las horas haciendo bosquejos en hojas de colores y que regalaba al terminar la jornada escolar. Nunca cruzó palabra alguna con él y tampoco recibió un boceto de sus hábiles manos. Lo vio de reojo tantas veces, pero Mili estaba absorta en aquellos poemas románticos y dejaba de prestarle atención. - Me habría gustado tener uno de esos bocetos, se decía. La maestra comentó alguna vez que sería un buen dibujante o quizá un pintor. Los versos allí escritos apuntaban la posibilidad de que él fuera el dueño de la poesía.
Al pasar a la página siguiente, los nuevos versos le hacen pensar distinto.
Eres…
El sol que alimenta,
la huerta donde cultivo
la vid, con la que brindo
por tu dulce silueta,
que un día he de acariciar…
y se dice mi pensar,
que soy un ser cautivo
de tu belleza sin par…
Quizá no se trate de un pintor, ni de un músico. Acaso sea, aquel jovencito tan inquieto que llevaba manzanas y otros frutos que compartía con todos y a mí me ofrecía aquella que tenía un ligero mordisco-recordaba Mili en sus pensamientos.
Con sus ojos cerrados trata de evocar momentos que la lleven a descubrir al autor de los versos que han comenzado a encender una llama en su solitario corazón. Faltan algunas páginas por leer en ese cuaderno, pero no se decide aún llegar al final, quizá encuentre al verdadero poeta que ha vivido en su imaginación…