Mis latidos son espasmos de muerta alma
que vibra al contacto con tu piel
para resucitar en tu pecho,
son torrentes de ilusión
que bombean en mi corazón
segundo a segundo
alrededor de mi lecho.
Veneno sangran con el fin
de encontrar en tu mar una cura,
el antídoto contra la muerte,
el principio de la locura;
sanando para morir
en el fin de la amargura,
un nuevo comienzo que abruma,
al filo del abismo,
cayendo de nuevo,
inventando un inicio.
En tu esencia mi hogar hallo,
un lugar para reinventar
mi mente y mis principios,
clareando la oscuridad,
haciendo de tu luz mi vicio;
una razón para mi existencia,
para la continuidad de un corazón sin alas,
roto y descosido,
que palpitaba sin ganas.