Qué triste es no saber para qué vives
a dónde debes ir, si a paso lento,
si es preciso pararse algún momento
a descubrir también para qué escribes.
Mas caminar sin rumbo aún es más triste
sin conocer do acabará el camino,
haciendo a tu cerebro peregrino
desde ese día, hasta hoy, en que naciste.
Desconocer si tienes o mereces
una estrella que marque tu destino
que ilumine tu espíritu con creces.
Y evite que te sientas cual las nueces
sanas, hueras, si no eres adivino,
hasta que las machaque el cascanueces.
©donaciano bueno