Dormido y sin palabra
Absorbido por la Nada
Silencio imposible – ingente oscuridad
Mi cuerpo hundiéndose en la Muerte
Miedo de no desear
Angustia de no poder
Indefenso frente al Desierto
Arena gris, pero montañas de arena gris
Un océano carente de olas
¡Cuánto daría por una simple y sencilla ola!
Algo, un pájaro chicharreando, algo
Que me despierte, que me conmueva
Inmovilización agudísima, apresamiento del presente
Pero ¿será también «yo» esta locura que me traga?
Pero ¿puede el deseo también ser deseo mortal?
No se trata, en verdad, de que “algo” me despierte:
Soy yo quien debe despertarse
Buenos Aires. Enero de 2012