Ojos de mirada excesiva,
Labios de seducción atrevida.
Pues en tus ojos mujer, sólo en tus ojos,
Sólo en tus labios mujer, pues solo en ti,
Pude ver cruzar la eternidad del beso,
Sumida un carruaje de ruinas renovadas.
Entonces, mi mujer, sólo así y entonces te amo,
Porque me dan tus labios el beso que cura mis sienes heridas,
Porque me dan tus ojos, el cielo del prado, y el sol del camino.
Te lo entrego todo, amor, más todo esto es tuyo,
Mi sangre, el ocre de mis otoños sin ti,
La noche, ésta misma noche que deambula sin ti,
La vida de mi sonrisa,
Y todo entonces, querida, todo quiero dártelo.
Como si fueses la lámpara que enciende y cautiva a mi amor,
Como si te sintiera parte del viento y los árboles,
Para que al andar en los caminos,
Tras cada paso te encuentre,
Y asimismo seas el todo suficiente en mi vida.