Al llegar al cielo,
Dios preguntó por ti,
y con hondo desvelo,
trémulo, le respondí:
He arribado solo,
ya viene por allí.
En mi desconsuelo,
pude advertir,
y sin protocolo,
que tenía porvenir,
pues el amor de Dios,
dijo: Ella está aquí,
vino a estar contigo,
en un nuevo existir,
celeste maravilloso,
para ser siempre feliz.