Por donde pasa el diablo en un suspiro
solaza exactamente en su cüerno
un Viernes Santo del humano herido,
y dobla su sustancia hasta el averno.
La noche oscura enfrenta al Enemigo,
«¡Seguidme!», están gritando viles voces
que van crucificándose conmigo,
ondeando guadañas muy veloces.
Del madero la muerte ¡Ay! aletea,
herida en propio mármol cenagoso
y se llena en blasfemias y golpea.
Idos ya , que el Longinos ha caído
de pecado y de vino y anchos siglos
y en sus altares el dolor ha ungido.
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David John Morales Arriola