Venus Maritza Hernandez

El lector y la sirena

Poseo poderes mágicos conferidos;

por las experiencias esparcidas en la arena del cielo.

¡Arena que recojo con mis manos en vuelos!;

Guardándolas en espacios secretos y escondidos.

 

Puedo flotar a voluntad y viajar hasta la alborada.

Recorrer el paraíso de los matices y placeres.

Puedo transformar sentimientos en oro y diamantes,

si beso las olas que el aura del mar, trae desde el oasis distante.

Puedo también embrujar las mentes de los amantes,

y convertir sus emociones de fuego en notas delirantes.

 

Tengo la facultad también de proyectarme en su mente.

¡Si, usted mismo! Sólo cierre los ojos y concéntrese.

Me verá surgir del océano; sirena, pensativa y consciente.

Sea quien sea, tome mis manos y vamos, acérquese.

Preferiblemente, espero que sea hombre,

si es mujer, tome de las manos al poeta tritón;

que está a mi lado, en ese sillón.

Él la conducirá a las profundidades del océano certero,

mientras yo sigo con usted caballero.

 

Tomados de las manos nos adentramos

a la ciudad del mar y de la arena;

Vemos a nuestro lado miles de tritones y sirenas.

Vemos también al tritón con nuestra amiga lectora.

Le invitaré algo. ¡Espere, no se vaya, un momento!

 

¿Desea una copa de escarmiento?

Venga, mire esos camarones, son amigos míos,

ojalá sobrevivan  cuando respiren en el río.

Mire más allá, las pobres tortugas indigentes,

ellas se están extinguiendo a causa de la gente.

 

Ahora subamos momentáneamente a las rocas de los pensamientos.

Quiero contemplar a la iguana y a su descendencia.

Son también víctimas de la inconsciencia generalizada;

su hábitat está destruido, casi en la indigencia.

Devastan a las especies que yacen atribuladas.

 

Ahora bajemos nuevamente, abajo están los peces contaminados.

Ayer dejaron caer petróleo en nuestro hermoso mar plateado.

¡No se asuste! Miles de peces parecen yertos,

pero sus espíritus, siguen vivos en el cielo nuestro.

El alma marina vigila desde arriba…