Se arrulla mi deseo en tus manos de pájaro
y tus piernas son dos incógnitas
de mis hombros a la medianoche.
La culpa de soñarte
me remuerde en esta realidad
de no tenerte
Y pensarte
como si fueras una noticia de economía
una crónica reservada a mi muerte
y pensarte
Y tenerte en mis sueños
siempre intacta
con tu cara de maniquí
sin desvelos
sin que los días te pesen
y te pasen.
Mientras, yo envejezco
y mi último latido
y ese reloj de madera
envejecido
y todo al unísono
clic...
seas tú fugada de mí