La muerte anhela la vida;
la vida se funde con la muerte;
somos estelas de eternidad;
fluye la sangre tras la suerte
en busca de una sola verdad.
Turbados, encaramos el alba;
sus colores nos abruman
como a indefensos pájaros
que surcasen la bruma
privados de maternos abrazos.
Días y noches se suceden;
ansiamos muchas vidas;
sumergidos en ensoñaciones,
nuestro destino adivinamos;
ilusorio en sus oscuras nociones.
El norte nos es desconocido;
vagamos por tierras extrañas
al filo de inmutables precipicios;
sojuzgados por cánticos de sirenas
que los sentidos enmarañan.
Frente al espejo de la vida,
nuestro destino vislumbramos;
mas las huellas del caminante
hablan sin engaños;
no hay destino, sólo estamos.