Cuenta la leyenda,
que habían ángeles,
que habían princesas,
príncipes con mucha grandeza.
Con todos sus atenuantes,
cuentan que eran bastante
los que talentos tenían
y querían disfrutar
de los buenos modales.
Todos en conjuntos armoniosos,
solían salir a conversar,
hasta que un buen día
se pusieron a pensar.
Los ángeles tienen alas para volar,
¿por qué nosotros no las tenemos,?
Si como princesa y príncipe,
¡dicen que todo lo merecemos!
Unas alas de cartón me inventaré,
para ver hasta dónde llegaré.
-dijo la princesa bien ingeniosa.
El príncipe le contestó:
-Las mías serán de madera,
hasta ver ¿dónde me elevan?
¡Dime poesía -preguntó la princesa-
tú que en las noches oscuras
y entre románticos,
sientes que vuelas
entre los versos de Neruda,
Lorca, y Bueza,
¿será que el aire en verdad te besa?
Te sientes nostálgico y nunca te saturas.
¿Encontrar alas podías?
Necesito para ver, si volar puedo algún día.,
Quiero subir donde está mi querer,
prenderme de su vida y quedarme escondida
donde nadie nos pueda ver.
Quiero alas de papel o de cartón
que no cueste mucho en cuestión.
Quiero subir con la ilusión
y que le pueda prender,
en los tejidos de su corazón.
-Yo me pondré las mías de madera,
serán las mejores
soy príncipe y con ella iré donde quiera.
Cuenta la leyenda que a los pocos días,
se vio al príncipe destruido
y mal compuesto sobre una roca tendido.
Las princesas lloraron,
que hasta mojaron sus alas de papel.
A la comarca enseñaron que no se puede
a la vanidad proteger.
En el azul cielo, lleno de colores
y de elegantes gaviotas
que con sus alas enseñan a las
las princesas a soñar en su hermoso corcel,
con sus simples alas
¡no importa que sean de papel!
Al universo majestuoso,
con humildad se puede llegar.
¡ Olvida la arrogancia, del príncipe aquel!