Araceli Vellber

Esa tarde de sonrisas.

 

La soledad, que camina sola, buscando la ola

que la devuelva a la mar,

y esa mar y su ola que vuelvan desnuda a mi tierra.

En esa soledad y sus disturbios radica el egoísmo humano,

en ocasiones estando solo, uno se cree el dueño del mundo,

pero qué mundo?, el mundo de la soledad.

La soledad, que camina lenta

pero no perdona, al final se queda,

se adhiere a las ventanas, a las puertas,

a los sabores, olores de todo lo que toca.

Si no fuera por las estrellas no levantaría la cabeza para mirar

tus sonrisas.

Esa tarde de sonrisas,

devorábamos los sueños en copas.

No recuerdo dejarme algo por devorarte,

si es así recuérdamelo

tengo la boca abierta,

con una amapola entre los dientes

y el punto de ebullición de los infelices.

Huelo a ti,

cuando bebo, huelo a ti,

cuando fumo, huelo a ti,

cuando abro los cajones, huelo a ti

cualquier rincón, huele a ti

y cada rincón me recuerda a ti.

Si hacer cambios significaba

no encontrar mis camisas en su sitio

prefiero no utilizar camisas

dejaré las llaves en la portería

y devolveré los besos por la ventana.

Es tarde de sonrisas, al final se quedo fría.