Y allí estaba ella, frente al espejo.
Sintiéndose insignificante como siempre.
Odiándose más cada momento.
Con ganas de acabar con todo finalmente.
Se miraba a la cara,
Nada bueno encontraba
Ni en sus bellos ojos color agua
Ni en su boca, que muchos deseaban.
Baja su vista un poco
Se encuentra con su torso
Cree que mucha cintura le falta,
Ojalá pudiera quitarse la tripa que sobraba.
Y allí estaba ella, frente al espejo.
Sintiéndose insignificante como siempre.
Odiándose más cada momento.
Con ganas de acabar con todo finalmente.
Mira sus brazos, ojalá fueran delgados,
Anhela verlos como los de una muñeca,
Pero están llenos de tajos,
Si supiese las cicatrices que le esperan...
Llega a la cadera,
Ancha, llena de estrías, fea.
Estúpida constitución que la condena,
a siempre verse gorda pese a la dieta.
Y allí estaba ella, frente al espejo.
Sintiéndose insignificante como siempre.
Odiándose más cada momento.
Con ganas de acabar con todo finalmente.
Mira de nuevo a sus ojos,
Ve vacío en ellos.
Del llanto están rojos,
Ve lo muerta que está por dentro.
Vuelve a mirar su boca,
Un intento de sonrisa esboza.
Nota sus labios temblar,
cree ver llegar su final.
Y allí estaba ella, frente al espejo.
Sintiéndose insignificante como siempre.
Odiándose más cada momento.
Con ganas de acabar con todo finalmente.
La cuchilla se desplaza una vez más,
Viejas heridas de nuevo se abrirán.
El odio corromperá
A la pobre chica que no se quiso jamás.