Esta lluvia que no cesa,
este gastado reflejo
de unos ojos que no ven,
este suspiro inerte
que no va a ninguna parte,
este corazón cansado,
este pecho desgarrado
que ahora espera en el arcén.
Cala el alma este aguacero
como húmeda brisa de mar,
lágrimas de asfalto y cieno,
caminos por desandar.
Esta sombra ya sin dueño
que al sol niega su figura,
esa eterna sepultura
que se fue y no volverá...