Corriendo van los sueños; cabalgando en el tiempo.
A un lado de la vía está la vida y al otro está la muerte como enormes farallones que bordean el camino.
En las inmensas rocas algunos chocan rompiendo su frágil envoltura, quedando a un lado del camino ya desfallecidos.
Y pasa, sin rozar los farallones, aquel que, siendo un sueño, jamás se haya dormido yendo rumbo a su meta como el río hacia el mar.
Por eso andan los míos sigilosos e inmutables en mis sienes…buscando nunca tropezar con las enorme rocas para poder llegar intactos a su destino.
PABEDIZ