“Espejo del cielo” te han llamado durante mucho tiempo,
límpido cuerpo en donde propios y extraños se han deleitado.
Tu paisaje inigualable ha sido motivo de inspiración de pintores y poetas.
Yo te conocí durante mi adolescencia y los imponentes volcanes
a tu alrededor me indicaban que estabas protegido.
Me fascinaste desde la primera visita y tímidamente mojé mis delicados pies en tus frías y cristalinas aguas, me despedí de ti con el deseo de volver a solazarme en el azul de tus reflejos.
Pasó mucho tiempo hasta encontrarme de nuevo disfrutando de tan bello paisaje encuadrado en uno de tus volcanes,
Tus aguas continuaban límpidas invitando a deslizarse desde los cabellos hasta los pies o a mecer una pequeña embarcación para explorar sus vastas dimensiones adornadas con tus pueblos multicolores.
Ya en mi etapa madura te analizo con detenimiento y veo que tus aguas se han manchado, un obscuro tinte se ha apoderado de tus reflejos y a más de miles almas ha preocupado.
¿Qué provoca tus cambios de color? Ya no veo mi cielo níveo, ni los rojizos celajes desplegarse desde la orilla hasta el infinito.
Muchos me han dicho que tus hijos te han descuidado, han vertido en tus entrañas toda clase de sustancias…te han intoxicado.
Te has enfermado cuerpo celeste, que otrora en pinturas y poemas te han plasmado. Hoy lloras y reclamas a la memoria de aquellos que te olvidaron y pides vida para un pueblo amado.
©Mirna L. Carranza Archila