A SOLAS CON EL VIENTO
Génesis apócrifo
Es antes que cualquier otra cosa y todo se moldea a su deseo
y a su no deseo.
No existen barreras, ni campo, ni desierto.
El pensamiento se diluye con antelación a su propio desarrollo.
El tiempo es una entelequia inasumible.
La oscuridad se funde en sí misma con la intensidad de la
nada hasta que la esfera que nadie, por inexistente, puede
asumir recorre un camino de siglos y de milenios.
La gran cortina cubre fuegos y diluvios y con cada rasgadura,
todo cuanto oculta toma nuevas formas y se abre otra singularidad
proveniente de la noche de los tiempos.
En el ser de lo tangible se escuchan voces y susurros,
gemidos que no surgen del ulular de los tifones, ni del rugir del volcán,
ni de las perpetuas nieves reconvertidas en corrientes de aguas bravas.
Sonidos que ansían enraizar más allá de la nada para ser
asumidos por órganos expectantes.
Finalmente, miles de generaciones marcan sus huellas
horadando piedras al paso de sus huesudos pies.
Innumerable cantidad de árboles se talan y otros tantos cobran vida sucesivamente.
El hálito de las cosechas se sucede y otras manos aprenden a servirse de su cultivo.
Nuevos elementos evolutivos se ponen en funcionamiento.