No quisiera terminar aquí el intento
de decirte que hay incendios en la escarcha,
de decirte que el amor en sí, lo siento
como el verso de un poeta que se marcha.
Sin embargo todo llega en su momento
y es posible que el intento desvanezca
tanta espera que me hiere el sentimiento
y que el roce de tus labios no perezca.
Con las noches que acompañan al soneto
o los versos que iluminan la ternura,
me resguardo en ti esperando tu llegada;
me confieso confundido y, el respeto,
lo convierto en una frágil armadura
que al fragor de la batalla es desbandada.