Mujer, esposa, madre, amante, amiga…
Mujeres, todo eso, y mucho más.
Pero, ante todo, eres tú misma;
esa que este mundo ausente,
a su merced, quiere moldear.
La mujer lleva la fuerza
y el coraje atado a su corazón;
de niña a mujer, un largo recorrido;
a veces, en amores tierno;
otras, amargo y dolorido.
El camino de la vida
transita hacia un destino fatal;
no deja espacio, ni tiempo
para tu ser hermoso;
no sucumbas, eres fuerte;
sigue tu instinto de bondad.
Tienes la dureza del diamante;
eres luz reflejada en el cristal;
sientes el amor en tu pecho,
que grita al viento: ¡libertad!
Avanza con paso seguro;
nunca dejes de perseverar.
Otras lo hicieron antes;
no les doblegó la adversidad;
cincelaron su cielo
con huellas de gigantes;
con la mirada fija en el futuro;
de aquí a la eternidad.
Ama, y vive tu vida,
no la de los demás;
Dentro de ti hay una niña,
curiosa y alegre,
que acecha el momento;
aférrate a su verdad.
No permitas que te la arrebaten;
es tu origen, tu ser interior,
que crece contigo y te quiere;
que te cobija en las frías noches;
es un cachito de sol dentro de ti;
una voz que te habla, escúchala.
Mujer, observa el horizonte;
en este mundo, no caminas sola;
tu causa es la mía;
somos hermanas y amigas;
tu vida te pertenece; planta tu huella
en el firmamento de una era solaz.