Eternizar caricias de tu vientre
no me ha sido tarea fácil,
ando aquí de paleontólogo,
buscando los sentimientos fosilisados
que quedaron enterrados
a kilómetros de profundidad.
Barriendo delicadamente con un clavel
para no dañar los recuerdos,
mientras encuentro en el ámbar
un beso intacto y una sonrisa.
El gigante que he encontrado
no termina de mostrar su figura,
ósea y abstracta,
casi representa basura.
Por las noches cuando la luz veda el trabajo
transgredo su voluntad dejándome llevar
por el intacto y escalofriante
recuerdo encapsulado en mi memoria.
Al final no habrá museo que me de fortuna,
ni conseguiré gloria alguna
más que venderle a mi futuro el pasado
para que lo guarde en la cochera.