Me duele hasta el alma
de no poder llorarte...
y aunque la taciturna tarde
muera en sus silencios
de no tenerte...
me duele hasta la vida,
olvido... y enardecido eco...
zaherido de imperante duelo,
en las atalayas compungidas
de mi herida.
AUTOR: JOSÉ A. PANIAGUA MARTÍNEZ.