Vino
cereal de las uvas.
Exquisita sangre que corres por mi patria
santiguando la vida con inefable gracia.
Ven junto a mis venas
a conmemorar la pascua de los pobres,
ven a ungir el ácimo fragmento venerado
en un pacto de eternidad y de misterio;
guirnalda de cobalto y terciopelo.
Tu delirio purpura
hace girar aljibes olvidados,
en ti brillan eufóricos cristales de amapolas
y en la profunda frente de tu edad:
puedo palpar la delicada rosa,
la esteva lívida del lagar y de las copas.
Oh vino amigo
ígneo y festivo compañero,
voy a tu encuentro de ráfagas y cantos
de polen consagrado a los festejos.
Álgida ola de aromáticos jazmines.
Cascabel de luz…
en granos radiantes maduran tus secretos.
Vino, amante apasionado
¡deslízate como una brasa ardiente por mi pecho!
por la curva de mi mano,
por las guindas húmedas de mis caderas
¡templa mis cántaros antiguos,
pon a bailar tus duendes en mis fuentes!
Tu rojo aliento se parece al beso de mi amado
cuando festivo inundas la oquedad de mis labios;
o te envuelves en mis piernas,
con tus felinas alas de gemas solariegas.
Violeta liquida llena de peces azulados.
Cíngaro profano
bucanero en el mar de las nostalgias
malabarista bohemio y trasnochado,
desnúdame
con un temblor de mástiles y rosas
mis suaves lomajes de mujer y compañera.
Ven esta noche junto a mi lecho,
baja por la redoma de mis senos
hasta alcanzar la pequeña muerte
que arrastran las sombras de los sueños.
Ven, a la justa de la vida
con tus brazos de polen y de trigo
y abrígame en el nido de este cáliz,
con tus ríos de cisnes peregrinos.
Alejandrina.
D.R.