Hoy he tropezado con el diablo,
ha sido un encuentro de suerte,
apenas le vi examine su aspecto
y me perdí allí...
Tenía metro setenta más o menos,
unos ojos color fuego,
simulando las llamas del infierno,
en cada pestañeo estremecía el mundo,
los ángeles huían de inmediato a su paso,
y ni hablar de su boca,
las palabras que emitía semejaban ser danzantes mariposas a su paso por mi oído,
vestía de negro,
el color de la noche,
el color de la vida,
mi color desde hoy...
Calentó mis penas con solo mirarle,
me citó a su lado con solo olerle,
una mezcla de azufre y miel recuerdo.
Supe que era el diablo cuando le vi,
me daba más motivos para pensarlo...
El era el diablo!
Lo confirme al fin cuando entre risas
su mano derramó un toque sobre mi hombro izquierdo
y pude sentir que mis entrañas eran fuego,
mis pomulos fueron delatores de aquello...
entonces preguntó:
¿por qué?
y sin mirarle los ojos conteste:
no lo sé...
Pero, en realidad si sabia,
el era el diablo,
el próximo pecado que yo cometería
la extensión de mi maldad,
pero él no lo sabía, ni lo sabrá...
Y si me invita a dar una vuelta por las llamas,
lo tomaré de la mano
y contrastaran con mis antojos un par de alas negras...