Enterrado con paladas de tierra,
está guardado lo muerto en su tumba,
todavía escapan sus olores,
unos son de rosas, otros de ortigas.
No quiero escarbar, no quedan semillas,
en el afán de vivir, se murieron,
quedan cáscaras, se vuelven cenizas,
con el paso del sol y de la luna.
Donde se cultivaron los extremos,
señal en la superficie del suelo,
brotaron espigas, también malezas,
en cosecha, separación de especies.
Cultivos y malas hierbas en la vida,
ambos existen, como dos simientes,
la vida es como un juego de las siembras,
los frutos son herencia que tenemos.
En el ajedrez que todos jugamos,
cada partida aprendemos a vivir,
a veces doy jaque, en otras me lo dan,
el juego sigue, cambian jugadores.
EL POETA DEL AMOR. 29 10 15.
CABO SAN LUCAS, BCS. MÉXICO