Ansío que la luna muera
y que se estrelle en el campo.
Que se rompa en mil pedazos
bañados de desvelos.
Fragmentos divididos en versos,
palabras y dedicatorias.
Espejos lunares
de incansables consuelos.
Llegan a mi mente
recuerdos de caminatas nocturnas,
de su persecutor brillo,
de la necesidad de escribirle poeísa.
La luna se conforma de estrofas,
de amores consumados,
del humo de cien fogatas
que han muerto de sueño.
Me corrompe saber que es eterna,
que seguirá distante y a sus horas,
que está sola y virgen,
perdida en una noche perpetua.