La rosa
no muere,
puede alejarse
un instante,
luego renace,
igual que el amor,
a veces se aleja,
pero regresa,
tengo en mis
manos una rosa,
separo sus pétalos,
y veo tu rostro,
más lindas que nunca,
aspiro sus perfumes,
y me embriago
de loca pasión,
belleza,
ternura,
y candor,
destilan las dos,
las acaricio,
sin mancillarlas,
mi corazón
no tiene manchas,
beso la rosa,
beso tu rostro,
y voy pariendo
este poema,
le ruego al Supremo,
que no muera la rosa,
y desde el alma,
que regrese tu amor.
Víctor Bustos Solavagione