El día de la recolección llegó, Alba se levantó muy de madrugada y con la luz de la luna fue alumbrando su camino. Esta vez, la cocina no despertó con el aroma rutinario del café que ella siempre preparaba, ya que quería estar en el sitio justo cuando el primer rayo de sol penetrara en las enredaderas y éstas dieran paso para que los tallos de las caléndulas se irguieran. El espectáculo de observar cada capítulo de la flor llenarse de sol era algo único y ese poder solamente se le había concedido a Alba. Ella tomaría las mejores, aquellas que no estuvieran muy abiertas para conservar su color, porque tenían más concentrados los principios activos que ella necesitaba en esta oportunidad, había detectado un problema grave en las pieles de los habitantes de esa casa de salud donde ella ayudaba.
También gustaba ver cómo los insectos realizaban la polinización, ese fuerte olor era el atrayente que para la mayoría de las personas era desagradable y por eso le habían dado el nombre de “Flor de muerto”. Así, pasaron los días en los que Alba visitaba las plantas hasta que se efectuó la fecundación y esparcimiento de las semillas, esta vez se quedó con algunas de ellas para poder plantar un jardín y no perderlas. El último día fue sorprendida por la presencia de un joven que deambulaba por el campo. Creía que nadie conocía esa parte que para ella y su abuela era sagrado.
Antonio, era el nombre del joven que sorprendió a Alba mientras ella guardaba las semillas. Él se acercó para saludarla y presentarse. Le dijo que la había estado observando en silencio desde hacía algunos días, pero no quiso molestarla mientras ella efectuaba el ritual con las plantas. Se sintió conmovido por la forma en que ella agradecía a la naturaleza por sus bondades y el permiso que pedía para cortar cada una de las flores a través de las canciones que ella entonaba mientras llenaba la pequeña cesta. Ella, se sintió un poco más relajada con su presencia luego de escucharle hablar y le comenta que era una tradición que sus ancestros realizaban antes de tomar de la naturaleza algo para beneficio propio. Él le dice que es un estudiante de botánica y conocer las plantas de ese sitio formaba parte de un trabajo solicitado por su centro de estudios, pero especialmente él había escogido las caléndulas silvestres porque estaban desapareciendo.
Alba sonriendo se aleja y… desaparece rápidamente, Antonio queda sorprendido. ¿Verá nuevamente a la joven? Ella sabe mucho acerca del poder de las caléndulas. La necesita para completar sus estudios, además tiene en su sonrisa algo especial, en su voz y en sus manos… ¿magia?