Del poemario Duerme Sulam
Publicado en Barinas, Venezuela, 2007.
II.
Recuerdo un sutil viaje entre rocas, glaciares y
lagunas,
lugares que han embrujado mis sentidos.
Como pájaro he dejado mi vuelo en tus sombras
en las fantasías de tus frutos exquisitos.
En ese vivo instante conjugas mi trasmundo.
XXVIII
A Andrey, un compañero de copas
Aquí estamos
cambiando esperanzas
y algunas copas.
Tenemos los mismos ríos.
Las mismas agonías corroídas.
Las mismas tumbas.
Sólo que
mi tumba tiene
un orificio muy profundo
donde nace mi tumba.
Del poemario Poemas a la Intemperie
Publicado en Córdoba, Argentina, 2013.
En el jardín de las palabras
Entre el verdor de la primavera
trinan armoniosas melodías,
¿serán ángeles?
¿serán las rosas en su cálido despertar?
Los árboles abren sus manos dejan pasos de vals
y cantos unidos al cielo azul.
En ese universo donde se riegan las quimeras
y se corta el césped del existir
ante la incertidumbre del mañana
respira y cierra los ojos lentamente.
Verás un ocaso.
Abre los párpados en silencio
si haz perdido los dedos de una flor
espera la esencia,
entonces verás que ha sido un sueño
porque sentirás la lluvia descender de los dedos de Dios
sentirás los astros posarse sobre el tiempo
y en el revivir del firmamento.
Las azucenas bailarán a la intemperie
junto a higueras románticas
sobre el espejo de todas las estaciones
en la espera que salga
el poeta escondido en las botellas.
Del poemario En el mar habita el éter del amor, 2011. El siguiente poema aparece en la antología Palabras de poeta, Córdoba, Argentina, 2013.
Hermosa argentina
He leído Borges, fui atrapado por las ruinas circulares.
Me senté a esperar a los Cronopios pensado en Cortázar.
Escribí en la pared pedazos de poemas de Girondo.
Soñé con canciones de Gardel.
Pinté el sabor de un vino en mi lengua,
pero ya esos idilios los doblo en una servilleta.
Tomando un café
mis ojos brotaron lágrimas
y los fantasmas entraron en este habitáculo
de suspiros que quiebran el ocaso.
Aquí chilla mi boca en quererte escuchar,
quisiera traerte desde aquella tierra en donde se golpea el frío
para soplar en la orilla de tu ombligo
y decirte
¡gloria eres!
tú que te llevaste mis obstinados Caballos.
Del poemario En el mar habita el éter del amor, 2011.
Tarde de domingo
Una tarde de domingo en mi barrio
una luz pertinaz refleja las calles
abona maquiavélica bondad con pinceladas del sol.
Para el pintor quizá corren entre las venas color idea.
Para el poeta garabatear palabras humedecidas.
Para la abuela colar café bañado de rezos.
Para mi padre leer el periódico en el comedor.
Una tarde de domingo en mi barrio
una película de Cantinflas crea risas a mi madre
y la cocina brota aroma de café.
Aquel domingo en mi barrio construí mi primer cometa
que se alzó entre las nubes multicolores
confundiéndose en la brisa
salpicada de notas amarillas.