A veces iracunda, ¡cómo clama!
a veces al blancor dïario llora
y se hecha boca abajo entre su rama
mortal, desgarra el cielo con la aurora.
Y cincha el día con valor ajeno
entre los potros negros de mentira
que a la batalla llegan con su seno
oscuro y, en su tácito de ira
el ébano veloz del corazón
late profundamente y se asoma
como dos duelos en su cerrazón
y, abre sus alas como vil paloma.
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David John Morales Arriola