Murialdo Chicaiza

SONATA PARA EL DIABLO

Y así fue que tú, ángel de la mañana, lucero

con tu triste violín de mentiras verdaderas

rodando te bajaste del pedestal

acaso no engañaste sino que fuiste engañado

te entregaron una máscara tan terrible

y quien sabe eres el bueno del drama

ante un coro silencioso detrás del telón.

Y eres la víctima, un títere de mano invisible

te agita ante tu silencio incompresible

o eres solo la sombra del genuino actor.

¡Oh, qué triste destino el tuyo!

qué tristes nosotros que esperamos

que tu venganza nos inunde con tu luz

que nos enlaces, quites lo que nos separa

desde las cadenas livianas

hasta los amaneceres de pájaros heridos

titán y rufián, hacedor de distancias

embaucador embaucado, regresa

de una vez por todas a tu esencia

rebélate, acaba de hacerlo

gana la decisiva batalla, oscuro

él no podrá negarte cuando lo descubras

es tuya la gloria desde el final

alabada sea tu ruina triunfante

tu venganza de lanzas y humo en la derrota

sube de donde caíste, regresa al principio

recupera tu honor y tu certero reino.

¿Acaso esperas el último minuto

de inmunda desazón en el hombre?

Cuando todo parezca perdido

hemos de sobrevivir en el letargo y la herida

del fuego abrasador que has de desatar

esa purificación tan esperada por el hielo

por los seres que nos arrastramos en el cieno

tal vez el triunfo final sea solo tuyo.