Los vaivenes de la vida, Altibajos de la mar,
No me dejan descansar Y me arrastran sin medida;
De repente yo camino Con prudencia y con cuidado,
Mas de pronto aprisionado Me lastima agudo espino;
Me levanto decidido A prevenir el dolor,
Pero me toca el amor Y me deja todo herido;
Es entonces cuando digo Basta de tanto llorar,
No me voy a enamorar Ni a buscar algún abrigo;
Y me encierro nuevamente En mi eterna soledad,
Con gran laboriosidad Que se nubla de repente;
Es la vida un contraste Entre alegría y dolor,
Entre agonía y amor En rutinario desgaste;
¿Qué es prudente?, yo pregunto, Para poder navegar,
¿Dejarnos sólo arrastrar?, No tiene caso ni asunto
El querer tú decidir, Nunca faltará razón
Para ver tu corazón Muy lentamente morir;
Y con el Dios en la boca, Con llanto muy reprimido
Naufragarás sin sentido Por una vereda loca
Que nos conduce al abismo, A la perenne condena:
Llevar a cuestas la pena En que te encierras tú mismo;
Sólo nos salva el amor, en tan terrible agonía,
Para llenar de alegría lo que siempre es dolor;
El amor pinta la vida de una gran serenidad
Muestra la realidad, de la ilusión, la salida…