Hubo un tiempo en el cual pude brillar
Y en felicidad me pude abrigar
Pues el amor encontré y
Con su ayuda, al fin mi alma contenté
Todo era perfecto, rosas color rubí, los dorados rayos del sol y la plateada luz de la luna
Con ellos no existía tristeza alguna,
Solo el amor, el cual a mi dulce amada entregué
De ello jamás me arrepentiré.
Pero el destino es cruel
Y de mi la lado a ella la hizo desaparecer
Si, a esa mujer, a la que dueña de mi corazón una vez proclamé,
Temo jamás volverla a ver.
Mi peor error es que mi amor enajené,
Por ello en la oscuridad me siento ameno,
Ya que en la luz poseo, un amor ajeno.