poema IV
Era, como era la dulce miel de una abeja,
era como no era yo, sus labios eran de miel,
de porcelana su piel, se iluminaba el día
cuando sus ojos abría, y fue como la rosa gentil.
Ella fue sin lugar a dudas, el éxtasis feliz
de mi primera ilusión, fue el feliz reír
de mi corazón, era la tierna rosa gentil,
era margarita, era aurora en la mañana, era así.
Fue sin lugar a dudas mi primer gran amor,
el que alcanzar no pudo mi corazón,
la que abrió la puerta a la lluvia en mis ojos,
fue la esperanza en lo imposible de lograr.
Ella es como será justo en este instante,
justo ahora, en el momento que esta con el,
así será seguramente ella, la rosa más tierna
que mis ojos hubieran visto.
Ella es más, que una angelicana diana para mi,
yo se: para ella, no soy nada, mas dentro de mi,
ella será y asido por siempre, mi gran amor,
la falsa ilusión, de mi gentil pensamiento.
Es lo que yo nunca alcanzar podre,
es la gentil princesa que habita en mis sueños,
mis versos, mis sonetos, mi corazón
¡Yo se jamás ella me va a amar a mi!