Crucifixión de la belleza
-¿Usted es la belleza?
-No, yo no, soy pobre.
-Pero es tan bello su pelo
lleno de desperdicios,
de canas prematuras,
de sueños formidables.
-¿Usted es la belleza?
-No, yo no, soy la locura.
-Pero es tan bella su luna
de franjas de colores,
su viaje a la utopía
que vive aquí a este lado,
es tan bella su cara
de ausencia que no vino.
-¿Usted es la belleza?
-No, yo no, soy el amor.
-Pero es tan bella su nave,
esos marinos verdes,
esos naufragios rojos,
los hilos de la espuma
que se ahogan en las playas
y el resto de los muertos
que por usted lo dieron todo.
-¿Usted es la belleza?
-No, yo no, soy la belleza.
-Pero es tan bella su alma,
su escopeta de vidente,
su gracia de cigarra,
su efecto de insolencia
que no es lo mismo que inocencia,
pero al fin queda en lo mismo.
-¿Usted es la belleza?
-No, yo no, soy lo que falta.
-Pero es tan bella tanta ausencia,
la pobreza que no cura,
la locura que nos falla,
el amor que se despide,
la belleza que no muere,
pero que, por no morir,
no da lugar a lo que viene,
o sea a la belleza
que nos contestará
cuando le hagamos la pregunta
de quien es la belleza,
cuando ni ella se de cuenta
de la muerte que, por bella,
la rodea.
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03 11 15