En un sueño guardado entre mis manos
en dura roca tallo con cincel
y galopo en el tiempo cual corcel
para esculpir nuestros modos de amarnos.
Imborrable el placer que es poseerte
cuando me das tus goces en la cama
volviendo sierva de esa pasión mi alma
y mi cuerpo locura al retenerte.
Y las veces que fuera de la alcoba,
sobre once hojas de un árbol de caoba
entre toques me regalabas besos.
En el cielo los ángeles cantaban.
Las estrellas rutilantes gritaban:
deja tallados momentos como esos.
Autora:
Amelia Suárez Oquendo
Amediana
4 de noviembre de 2015