Cae la soledad tan negra como la noche, los suspiros se espesan en la sosobra de la penumbra hambrienta de aquellos brazos que me inquietan.
Se abre la hoguera de la desdicha
y se amontona la nostalgia;
el corazón sufre y como duele,
si, duele en el alma del duende.
Es mucho dolor y mucha desgracia
cargar esta cruz es mi penitencia
Intento no llorar junto a la tristeza, pero este dolor es tierno si me besa.
Oh, amada de aquellos rosales
vuelve tu mirada aún que no me ames
es cierto que también lloras
como cierto que también me adoras.
Así suelen ser algunas noches de tristeza.
Marc Téllez González.