Viento_de_Levante

En dos zancadas (A solas con el viento, 2º poema)

                                        

 

                                         En dos zancadas

 

 

El oro derretido de la fragua se muestra en otro

hemisferio con todo esplendor en un momento

inoportuno. En ese instante, otros decretan

hacerme partícipe de mis sentidos, de gritos,

de quejas y de rumores de lágrimas torrenciales.

Es un ¿por qué? del cual ignoro la razón.

 

No sé de dónde vengo pero sí dónde y cuándo advierto

que dos diminutas rendijas se han abierto a la luz, es decir,

al miedo y a la pena.

Por doquier se mastica, es un sabor rancio y ocre, igual

al que produce el sudor frío cuando se mezcla con la

sangre caliente, que en la mirada interrogante de

aquellos ojillos vidriosos, iguales a los de los muñecos que

se venden en las ferias, se intuye más que se descifra.

Y, desde un principio ubicado en la equidistancia entre el ser

y la psicoterapia, todo acontece en dos zancadas.