No recuerdes mi orfandad,
no preguntes mi origen o vecindad,
solo dime si en tu humanidad
hay espacio para mi minúscula inmensidad
Esta pasando la tarde por el andén
y tu mirada se pierde en los espacios
donde cabalgan la esperanza,
la inocencia y la estupidez;
en una amalgama epopeyica
que invita a danzar
Llama el hambre a la puerta
con su orgásmico gemido
y le responde el eco
“el pueblo está dormido”
Llora la madre sobre la sangre
que su mano con besos derramara
mientras las estadísticas
asustan desde sus escaparates
y las necesidades
se inventan para todas las edades
Diluvios de pétalos y llantos
se derraman en campos santos
donde el remordimiento
allana los vicios del amor
Sigue ladrando el perro
o el que ladra soy yo
es acaso que voy avanzado
o el progreso me olvidó
No preguntes por mi nombre
vengo huyendo de ese mar
traigo sed de distancias y olvido
dejame en tu mirada pernoctar