Sin cruz ni escapulario
solo Dios latiendo en el corazón;
pero no un Dios blanco ni negro ni indio,
solo un Dios interior
que nos encienda la luz de la vida;
sin renegridos y abominables infiernos
ni nacarados y celestiales cielos,
sin la limosna de monseñor
ni el diezmo del pastor;
sin intermediarios
sin cadenas ni adversarios
solo Dios bendiciéndonos el alma;
pero no un Dios rico ni pobre ni indiferente,
solo un Dios interior
que nos enardezca el río de la alegría;
sin amoratados y aborrecibles abismos
ni refulgentes y gloriosas glorias,
sin la censura de monseñor
ni los reproches del pastor;
sin intermediarios
sin mediadores ni vicarios
solo Dios encumbrándonos la esperanza;
pero no un Dios malo ni ñoño ni hipócrita,
solo un Dios interior
que nos guie en el camino de los sueños;
sin candentes e infames hogueras
ni tersas y olímpicas perfecciones,
sin las imposiciones de monseñor
ni los chantajes del pastor;
sin intermediarios
sin parafernalias ni campanarios,
solo Dios ennobleciéndonos la libertad;
pero no un Dios malo ni ñoño ni hipócrita,
solo un Dios e interior
que nos anime el vuelo de los cantos;
sin dogmáticas ni aberrantes doctrinas
sin supersticiones ni fanáticos cultos,
sin la inquisición de monseñor,
ni la ignorancia del pastor;
únicamente un dios verdadero
latiéndonos en el corazón.
JOHN WILLMER