Cuando me miras,
la tristeza que hace ruinas mis mejillas,
se esfuma en un velo de rubor que tiñe mi rostro.
Lo que antes era el hielo de mil corazas,
hoy es el fuego que nace en tus ojos,
que a guiños negros de bellos luceros
me enciende, me abrasa
y me quema a su antojo.
Cuando me miras,
llamaradas de amor cruzan a mi diáfano ser,
flamas que ni la lluvia y el viento,
ni el frío glacial
de aquellos que no sienten como yo siento
harán perecer.
Cuando me miras,
sé que a este incendio de pasión y locura,
lo enciendes tú,
con tu ternura, con tu presencia,
con tus besos carnosos y bestiales,
con tu mirar que con un latir
en mi abdomen te anuncia,
me aturde y somete
y al calor me hace pedir clemencia.
Cuando me miras,
sé que eres tú quien hace arder a esta hoguera,
quien a aquello que sin luz ni vida prendes,
que a la gélida muerte no temes,
y que al amor que duerme en tu espera,
desvelas.