Desde el profundo de mi ser nace un clamor: “¡Ven a mí, no tardes más!”
Quiero sentirte cerca, quiero escuchar tu voz armoniosa, quiero embriagarme de tus besos; sí, esos tus besos, que me elevan hasta un paraíso perdido, a una playa desierta donde puedo mojar mis pies cansados con el agua pura del amor compartido.
Dame tu mano, quiero sentirme seguro. Caminemos por el sendero de la vida y perdámonos entre la multitud. Solos tú y yo contra el mundo.
Tú mi fuerza, yo tu sostén.
Tú mi aliento, yo tu ilusión.
Tú mi esperanza, yo tu robustez.
Deja que pueda reflejarme en tus pupilas, perderme en ese océano de calma que son tus hermosos ojos. Tú colmas todos mis antojos, cubriéndome de calma. Amor de mis amores, sosiego de mi alma.
Que el calor de tu cuerpo me cubra, sobre todo en la fría penumbra de las noches de invierno. Sin ti mi vivir se vuelve un infierno, oscuro, sin tu estrella que ilumina, que me alumbra.
Que tu aliento cubran mi desnudez, me siento desprotegido, avergonzado, como en mis años de niñez.
Abrázame fuerte, con tesón. Quiero perderme en tus brazos, estrechar entre nos los lazos.
Eres la presencia que refuerza mi cansado corazón.
Mira amor, allá a lo lejos está la luna, nos sonríe como ninguna abriendo sus brazos de plata. Confidente, protectora, amante seductora.
Detrás de ella despunta la aurora, hermoso amanecer augura. Sus claros rayos son bálsamo lenitivo que todo lo cura.
Solos tú y yo contra el mundo.
Tú mi fuerza, yo tu sostén.
Tú mi aliento, yo tu ilusión.
Tú mi esperanza, yo tu robustez.
Amor bendecido en humildad y sencillez.
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