Despeñado en el acantilado
de tu distancia
ha quedado el recuerdo
de aquel día
que robé de tus labios
mi nombre.
Implorando miraste
mi boca sin palabras
solo al llegar
a los ojos
te enteraste
de mi verdad callada.
Entonces los dos
en abrazo desesperado
agobiado de ausencias
atormentado de soles rotos
por nubes negras
y mezquinos pudores.
Una y otra vez
el ritual opaco
sincrónico, malvado
de tu mano y la mía
despertando anochecidos
fulgores, apenas eso..