El Crucifijo Trebolado
Pendiendo sobre el respaldo del lecho de mis padres
siempre estuvo ahí colgado...protegiéndonos,
escuchando pacientemente, las oraciones de mi madre.
Parecía dispuesto, a otorgar, a ceder...inconmutable,
las sentidas peticiones de todo el que al contemplarlo,
con humildad y respeto, le presentara.
cruz de madera color negro
con algunos adornos con brillo plata,
sujetando el cuerpo del Cristo modelado
en metal plomo y yeso
- El Cristo Crucicado adosado a ella,
a la cruz trebolada
- por tres clavos.
Rostro doliente, suplicante
con muestras de dolor y sufrimiento...
Ojos cerrados, con dos lágrimas
que rostro abajo descendían,
- parecían ser las últimas
del Cristo muerto.
¿ Cuántas veces te vi llorar, Cristo conmigo...?
Cuando con inocencia de niño,
imploraba tus favores,
elevando a un cielo deseado, mis oraciones
- después de alguna herida,
las mismas que veía en el cuerpo del Cristo
de metal plomo y yeso que pendía
de la cruz trebolada de mi casa.
Oraciones aprendidas en la iglesia del pueblo,
junto a otros niños,
que recién empezábamos a transitar por esta tierra,
la que era de Él...y que controlaba
desde lo alto...desde su cielo...
Ese lugar tan alejado y al que todos aspirábamos
- queríamos lograrlo,
portándonos bien y sin salirnos del camino,
- que Él había fijado.
¡ Había que ser Bueno !
Soñábamos con ello...
siempre con temor de no cumplirlo
asustados, temerosos...
sintiéndonos incapaces de lograr aquello...
inalcanzable, tan lejano...
y para ello solo...había que ser bueno,
como había sido el mismo Cristo
- cuando era niño.
Ese, que había muerto por nosotros
- predicando...
entre las multitudes de gentes,
sus semejantes, que no le creyeron
- lo mataron.
Yo, cada día y a cada instante, lo veía...
- observando sobre el respaldo del lecho de mis padres
- muy cercano.
Crecí con él y maduré con él mis pensamientos,
quise imitarlo y jamás pude lograrlo...
Sin alejarme, mentalmente siempre quise estar con él,
me ha costado muchísimo
mantener lo dicho por los rezos,
- con el tiempo
he aprendido a sostener parte de aquello
- con simpleza,
aportando mi trabajo y mi vida...
- como oración diaria,
ofrecida a Él, a ese Cristo que vi de niño
crucificado en la Cruz Trebolada de mis padre.